viernes, 3 de marzo de 2006

Unas lágrimas distintas

Newton o la gravedad de las lágrimas


La carpeta la traía Joaquín Armando Chacón aquel mediodía en la recién estrenada Fundación para las Letras Mexicanas, FLM. "Fíjate en el punto de vista", insistió. A mí me gustaba el ritmo de la prosa. Una mirada, afirmó JACH, que se había educado para ver el mundo desde ángulos poco usuales. Una panorámica, un acercamiento, un flujo de ideas y de percepciones que se sucedían triste, amorosamente. Un vuelo de nostalgia. La rabia y la gloria de ser joven.

Daniela Bojórquez. ¿De donde venía? De Toluca, aunque había nacido en la Ciudad de México. ¿Experiencia? El diplomado de creación literaria en la Sogem de Metepec. Trabajó en diarios y revistas. Buena candidata. Conforme se sucedieron las rondas para seleccionar a los becarios de la primera generación de la FLM el trabajo de Bojórquez se defendió sin problemas. Hicimos una selección mínima. Trescientos sesenta y cuatro aspirantes. Cuatro horas y media de discusión. Cinco becas. Abril Ambriz, Daniela Bojórquez, Maritza Buendía, Federico Vite, Jorge Vázquez Ángeles y Luis Felipe Lomelí.

Llegaron los meses de sesiones: un tormento necesario, una iniciación basada en el desencanto. Todo aquel que ha padecido un taller como becario de cualquier institución lo sabe: "Me dicen primero que soy un elegido; después cada texto es vituperado por los presentes". Verdad a medias, ya que esa actitud es la única sincera: si un texto no ha alcanzado la perfección que propone está mal, tiene la estatura de una artesanía barata, de una mala reproducción. Y si bien hubo textos de Daniela que padecieron el viacrucis de cinco o seis rechazos de esas inteligencias y sensibilidades colectivas que constituyen su generación, sus pares, ella se perfeccionó a través del ocasional desánimo, de la furia íntima que surge cuando vemos nuestra limitación y debemos aprender con habilidad y paciencia a superarlo. Ese es el origen de Lágrimas de Newton, primera muestra de la capacidad narrativa de Daniela Bojórquez.

A la distancia, a un par de años de distancia, cuando estas historias no son ya cuartillas sino un volumen impreso, leo el libro con otra perspectiva. Lágrimas de Newton son relatos de universos acotados, personales --breves e íntimos-- donde el amor no basta para justificar la existencia. Los protagonistas enfrentan destinos que tanto conducen a un vacío inmenso o a altas epifanías como a callejones sin salida trazados por el destino.

Lágrimas de Newton es un tratado acerca de la brevedad, del vértigo, de la dimensión inmensa en el desorden del universo de aquellos actos que se suceden entre el parpadeo del vuelo de una mariposa o un avión de papel y cambian el mundo, el íntimo o el cosmos. La caída de unas naranjas por una escalera o la ascención de unas lágrimas son mostrados por la prosa de Bojórquez como claves precisas de un código cuya realidad tangible a diario testifica todo hombre, sin embargo su significación queda en ocasiones inadvertida o devela en otras la fatalidad de un destino.

Hay en Bojórquez una experiencia de iluminación que cabe registrar, sea como anécdota o como vía de conocimiento. En una conversación entre ella y Luis Felipe Lomelí, la charla derivó en la rememoración de días difíciles, donde la carencia marcaba las horas del día: ni refrigerador, ni alacena, ni despensa, donde la palabra hambre y vacío dejaban de ser términos; donde debilidad, cansancio, alucinación cobran sentido. Y horas enfrente... donde la necesidad crecía. Y ni un mendrugo, sólo el ansia y el vacío. La total carencia. --Me juré que nunca más volvería a ello?, concluyó Daniela.

No me vinieron a la mente la narración del artista concebido por Kafka, ni las novela de Knut Hamsun, ni las explicaciones que ocasionalmente se ofrecen alrededor de la experiencia mística a través del ayuno. Sólo la breve narración de Monterroso: "Llorar a orillas del río Mapocho" --cuando me explicó que distinguía dos tipos de escritores: los que han padecido el hambre y los que sólo han tenido apetito.



Hay una huella profunda en experiencias límites. Permiten distinguir las fronteras de la vida y aguzan el ansia de no desperdiciar los dones de la existencia. En tal medida, los personajes de Daniela agotan los instantes. Textos como 'Mece el mar' o 'Autorretrato en llamas' o 'Siempre bailando' son relatos novelescos contenidos en la concentrada escencia de su brevedad. Su visión de la carencia sorprende por el delicado tratamiento, por el matizado dolor que encierra la fortaleza de sus personajes, cuya dimensión tiene la marca de la entereza en la tragedia, porque el destino simplemente es una brújula enloquecida que equivoca la orientación de la voluntad humana y nos trasciende. No vence, pero es así, extrahumano, ajeno, indiferente. Y ante él, cada uno de sus protagonistas acepta como salida el coraje de sostenerse, de estar vivo, de hacer de su cotidianidad trascendencia.

No debe, sin embargo, parecer que Lágrimas de Newton es un espejo de fatalidad. 'Blanco sobre blanco' o 'Señor amable con sombrero' son narraciones donde un humor peculiar juega con los acontecimientos, con los personajes, con la imaginación, esa fuente de ilusiones, a veces tan irónicas como lo muestra la etiqueta del perfume en 'Red Ribbon'. Porque no sólo la vida engaña, a veces erigimos nuestras cárceles o nuestros laberintos: 'Duela duele' o 'Pluma al pulmón' son muestra precisa de ello.

Situados en la Ciudad de México, la mayoría de estos relatos suceden en espacios y en transportes públicos, el metro, un taxi, una calle, una plaza, una terraza, un parque: el mundo es un espacio abierto donde nos encerraron, parecen decir los personajes de Bojórquez. Hay, no obstante, un ambiente londinense en el aire, una gran luminosidad, un suave viento, amplias perspectivas, y un cielo algo brumoso, o una o varias tardes nubladas: efectos de óptica, de punto de vista, de manejo de lentes y de revelado que son marca de agua de esta autora que contrastan con un par de historias soleadas, mediterráneas. Todo sitio es significante en el trabajo de Bojórquez.

Elipsis, rápidas aliteraciones, paradojas, juegos de palabras, la regeneración de los nombres y un conocimiento del uso de cada instrumento o de cada objeto, natural o artificial, caracterizan la prosa de Lágrimas de Newton. Bojórquez ama y se fascina con el lenguaje: hay una cuidada selección de sus tonos y fraseo, una pasión de lo preciso en cada oración que explica la brevedad de las historias y fundamenta su magia.

Si bien Daniela es una hábil conversadora, su prosa es producto de una concisión deslumbrante con base en una larga reflexión. Durante la época que Bojórquez trabajó Lágrimas de Newton gusté de los aciertos de 'Estado de las nubes' y de la malicia de 'Sporte Scol', pero el libro creció durante su periodo de revisión en volumen y sabiduría, como sucede en la historia que da título a Lágrimas de Newton. Adivino algunas adiciones y correcciones hechas ya lejos de la FLM --donde está la mano de algunos de sus compañeros de generación, que enriquecieron la obra. Y me sorprendo con los nuevos textos que ampliaron para bien el volumen por consejo del editor. 'Abril no tiene sexo', entre ellos, es un cuento con un punto de vista excepcional,

En suma, este es un libro donde hay registros nuevos, historias originales, una definición de la literatura y de los temas que podrá desarrollar Daniela Bojórquez en lo sucesivo, muy distinto de los que tratan las escritoras de anteriores generaciones, si hay que hacer referencia a escritura de género; y con argumentos poco usuales en los autores de las generaciones Crack, X, Y, y Z. Sencillamente un libro donde hay humanidad.

Le deseo mucho éxito, y que éste se traduzca en empeño, en nuevas historias o poemas o ensayos ejemplares, donde la carencia y el sufrimiento que cada quien encuentra alguna vez en la vida se trasciendan en obras que nos dignifiquen como seres humanos, como personas, como aspirantes de perfección. Doy las gracias a Daniela Bojórquez por Lágrimas de Newton.

Bojórquez, Daniela. Lágrimas de Newton. Ficticia, México, 2006. Biblioteca de cuento Primeras obras, 96 pp. ISBN 968-5382-424-5


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Bernardo,
estoy interesada en solicitar la beca de la Fundación en el área de poesía, pero, por lo que leo en tu blog, me da la impresión de que, además de la calidad de la obra, toman mucho en cuenta las credenciales literarias de los candidatos - como el diplomado de la SOGEM que cursó Daniela Bojórquez-. Y la verdad es que yo no tengo credenciales ¡ Ni la de elector!
Si me das sugerencias, quizás yo pueda darte información sobre el paradero de Lucas. ;)

Bernardo Ruiz dijo...

Lo fundamental es la calidad del proyecto. Ninguna otra credencial puede interesar al jurado.

Anónimo dijo...

Mentira. No es la calidad del proyecto. Es el papeleo. El bulto. Hartas páginas. Cuantas más mejor. No importa la calidad.

Bernardo Ruiz dijo...

Siguiendo el consejo de Anónimo el criterio sería recibir fotocopias del Directorio Telefónico y olvidar el criterio de Quevedo: si bueno y breve, dos veces bueno.

Anónimo dijo...

Ah, pero por supuesto: ¿en cuatro horas y media se eligen los becarios entre más de 300 aspirantes? Hace falta un abultado currículum. Y si tienes buenas relaciones públicas, mejor: el año pasado el jurado eligió a dos becarios profesionales (además de quien, por primera vez, volvió a repetir las mensualidades por doce meses más). Y si uno de los miembros te conoce personalmente, ¡enhorabuena! No te preocupes por la calidad de tu trabajo, no hace falta. El consejo es: escribe. Y aunque escribas mal, publica. Pero sobre todo: conoce escritores. Ve a todos sus cursos y padece sus sermones. Y si fuiste a tomar clases con Mario González Suárez no te olvides de ponerlo al lado de los grandes maestros:
http://www.ficticia.com/autores/humbmacedosem.html
http://www.ficticia.com/autores/gerardopinasem.html
http://www.ficticia.com/autores/aramossem.html
http://www.fundacionletrasmexicanas.org/resultados/programas_resultados0506.html

Y sé vanidoso:
http://www.ficticia.com/autores/danielabojorquezsem.html

Anónimo dijo...

Pequeña equivocación: no quise decir que debas ser vanidosa (hazlo sólo cuando escribas sobre ti mismo, como se constata en el cuarto link), sino que sigas el consejo de todos estos zánganos: brinca de beca en beca. Y no te preocupes por lo demás: siempre tendrás a tus tutores para que hablen bien de ti.