jueves, 30 de marzo de 2006

Salvador Elizondo


ENTRE QUIENES en la vida no tenían por qué perder el tiempo hablando con los alumnos a las puertas de la Facultad de Filosofía y letras de la UNAM, en 1972, estaba Salvador Elizondo, autor de Farabeuf y Cuaderno de escritura. José Emilio Pacheco y él eran así. Alguna mañana, Luis Chumacero me comentó, "Mira, ahí está Salvador", y fuimos a saludarlo. El acceso a la facultad era nuestro casual punto de encuentro.

Me gustó mucho su traducción del señor Teste. Por él comencé a frecuentar a Paul Valéry. Por seguir conversado de él, alguna vez terminamos nuestra charla en "Contextos", el programa de radio que el conducía en Radio UNAM. Su lucidez, sus comentarios filosos, la amplitud de sus lecturas hacían de cualquier encuentro con él una ocasión memorable.

La ciudad de México no es muy generosa con sus habitantes. Sólo facilita los desencuentros y las noticias desde lejos. Mi última conversación con Salvador fue hace diez años, cuando le propuse que Difusión Cultural de la UAM reeditara su traducción del libro de Fenellosa - Pound, Los caracteres de la escritura china como medio poético, texto con el que había iniciado la colección Molinos de viento en 1980. Rechazó la oferta con una razón de peso: ya no le gustaba tanto, había que revisarla y su trabajo no lo permitía. Después, sólo noticias esporádicas de él. Y la reedición de su obra en el FCE. Don Fausto Vega estaba al pendiente de Elizondo por su relación a través de El Colegio Nacional.

Hoy aparece en los diarios la noticia de su muerte. Por mi parte tengo la impresión de que él queda entre los pocos vivos. Que los demás somos los muertos.

1 comentario:

nacho dijo...

Chingón este flashback, macizo y sin rollos. Te mando un abrazo. HB