domingo, 3 de febrero de 2008

Hacia el final del corredor


DURANTE UN AÑO se ha cumplido la misma rutina: la de vivir en función de una apuesta donde nadie se pone de acuerdo; a pesar de que todos sabemos que las cuestiones alrededor del conocimiento y el aprendizaje no escapan jamás a las conversaciones que el joven Platón atestiguó o atribuyó alrededor de Sócrates. O en sentido semejante, los dictados de Aristóteles para quien haya deseado acercarse a ellos. El balance aún no es claro: ha habido apuestas interesantes, otras inútiles, otras absurdas en jornadas de trabajo que van de la mera espera, mientras recorro volúmenes y volúmenes de literatura inglesa del siglo IX al XVIII o jornadas sin fin, contra reloj donde hay que sobreponerse a la fatiga y al hambre a cualquier precio. Sábados y domingos incluidos en el mismo pasaporte.

El resto del mundo, mientras tanto sigue sus acostumbrados ritmos en un país donde se ha vuelto más frecuente el crimen y la violencia que los aciertos de los nuevos gobernantes en medio de un clima de escepticismo e incredulidad que al término sólo devalúan a la sociedad y su entramado. Hay días en que la felicidad de una mañana se derruma en el mero trayecto a la oficina: contemplo un desfile de rostros y de cuerpos, humanidades destrozadas, que bien pudieran llenar varios vagones para enriquecer la corte de los milagros o dotar de una tripulación magnífica a la nave de los locos. Nadie se salve: niños, viejos, adultos: el refinamiento de la miseria, de la enfermedad, de la drogadicción, del dolor.

Mientras tanto, la guerra por los territorios de la ambición llena los cementerios. Si observamos con cuidado el total de las cifras de los 3,958 muertos en Irak por parte de los americanos, con los asesinatos cometidos por el narcotráfico 2,773 y la rapiña, los mexicanos desperdician más vidas.

Y en esta ciudad, pocos pueden apreciar los dones secretos de la existencia con optimismo, hay demasiado ruido en el ambiente para poder hablar a la intimidad. Durante mucho tiempo no dejaremos de ser un país de pobres. Pobre país.

3 comentarios:

Letisha Carlop dijo...

Usted relajese... la vida es fácil, sólo resta sonreír todos los días y desearle al resto un buen día... besos...desde Morelia...

Anónimo dijo...

Le envío un cordial saludo, tengo el gusto de conocerle a través de este blog unicamente. Y a través de uno de sus libros que tengo en mi biblioteca. Lo noto es este comentario apesadumbrado, triste, alicaido, como sugiere Naomi Klein en su libro "La doctrina del shock", el poder económico, gobiernos y medios de comunicación, nos tratan de poner en crisis de manera permanente con tal de conseguir sus fines,
Regalese un paseo por la provincia, se vive muy tranquilo.
Atte, IMH

Marcos García Caballero dijo...

No se canse con la cotidianeidad Bernardo, maese Bernardo (no porque no sea cierto), pero ya no la hagas de tos y vente a dar una conferencia a aguascalientes, tu colega, Marcos García