lunes, 20 de septiembre de 2004

Primero
Pongo a tiempo el reloj. Miro en la pantalla la hora y me digo: si la esperanza de vida en México es de 72 años, puedo aumentarle 5 por la vida estrechamente vigilada por los médicos, y restarle 10 por la diabetes, los años que he fumado y, para no verme tan generoso, calcular la cuota que disminuyen el vino, el whisky y la cerveza. Puede ser un cálculo adecuado.
Por tanto, si nací en 53, 1953, tengo en perspectiva años 20 de vida sin demasiadas complicaciones. O un poco menos...
Me da tiempo para reseñar algunas de las situaciones que viví y especular sobre el próximo fin del mundo, que nunca llega, pese a tantas aseveraciones que en ese sentido se han hecho.
Se trata, tout simplement, que el tiempo pase. Que yo, como siempre, escriba.

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