Los suicidas en la Ciudad de México
De una conversación con un exsubprocurador
UN EXPROCURADOR nos contaba hace algún tiempo su visión de los suicidas en la Ciudad de México:
"Los hombres cuando se suicidan llevan barba de varios días, visten con descuido, sus habitaciones están desordenadas, el ambiente pesa. Son un asco.
"Contra todo lo que supone la literatura imaginativa, poco enterada: cuando una mujer se suicida, es discreta. Está aseada, viste con corrección, con pudor. O bien, lleva encima un largo camisón, no se exhibe. La auténtica suicida deja todo en su sitio, la casa en orden. Ha cuidado de su intimidad. Su(s) carta(s) explica(n), no detalla(n). Hay un fascinante ensimismamiento en la atmósfera. Nunca vi lugares más limpios y presentables que las estancias de estas desdichadas.
"Y ojo, si alguna de estas circunstancias no se daba, de inmediato los investigadores comenzaban a buscar elementos para demestrar un presunto crimen. Ninguna suicida se mata semidesnuda, ni estará jamás sugiriendo la menor provocación."
En tal medida, con esa lectura, releer los acontecimientos me provoca a veces un escalofrío.
Mucho de esa conversación quedó pendiente. Nos habíamos reunido en su oficina para comer la rosca de Reyes.
UN EXPROCURADOR nos contaba hace algún tiempo su visión de los suicidas en la Ciudad de México:
"Los hombres cuando se suicidan llevan barba de varios días, visten con descuido, sus habitaciones están desordenadas, el ambiente pesa. Son un asco.
"Contra todo lo que supone la literatura imaginativa, poco enterada: cuando una mujer se suicida, es discreta. Está aseada, viste con corrección, con pudor. O bien, lleva encima un largo camisón, no se exhibe. La auténtica suicida deja todo en su sitio, la casa en orden. Ha cuidado de su intimidad. Su(s) carta(s) explica(n), no detalla(n). Hay un fascinante ensimismamiento en la atmósfera. Nunca vi lugares más limpios y presentables que las estancias de estas desdichadas.
"Y ojo, si alguna de estas circunstancias no se daba, de inmediato los investigadores comenzaban a buscar elementos para demestrar un presunto crimen. Ninguna suicida se mata semidesnuda, ni estará jamás sugiriendo la menor provocación."
En tal medida, con esa lectura, releer los acontecimientos me provoca a veces un escalofrío.
Mucho de esa conversación quedó pendiente. Nos habíamos reunido en su oficina para comer la rosca de Reyes.
1 comentario:
Es un hecho que falta un rato para que me decida a suicidarme, si la pulcritud del vestir y de la vivienda son características inequívocas de una suicida.
"Al fin que ni quería".
¡Saludos!
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