domingo, 14 de enero de 2007

Caso excepcional

ME INTRIGA LA MODERNIZACIÓN de la enseñanza, de modo que en una gira por el mundo virtual encontré esta opción que me parece digna de destacarse por su originalidad y nada tiene que ver con el asunto que motivaba mi búsqueda:





No es ciertamente este espacio para asemajarse a los bares de moda de la ciudad, donde hay una televisión en cada esquina; de modo que no hay por qué asustarse de que se vuelva una costumbre registrar videos o ese tipo de materiales en la bitácora. Eventualmente, puede haber algún corto interesante.



jueves, 11 de enero de 2007

Ver por el retrovisor




P
REGUNTA MITAD en serio, mitad en broma que nos hacíamos entre los amigos en nuestros años mozos era: "Y tú ¿cuántos hijos tienes?". Una respuesta que evitaba suspicacias e interrogatorios comenzaba con la frase hecha: 'Que yo sepa, ninguno' --de ser el caso. Eran los tiempos en que la paternidad era un acto de fe. Los mayores a su vez usaban la frase: "Los hijos de mi hija son mis nietos; los de mis hijos, dicen que también. Les creo". Y basta leer el Decamerón o ver las situaciones de sátira o comedia del Siglo de Oro --a modo de muestra-- para fundar los motivos de esas maneras de razonar.

Modos de ser que han dejado de ser funcionales de diez años a la fecha, al menos, a causa de tres motivos insoslayables: los exámenes de ADN, los cambios legales en las relaciones (el concubinato, por ejemplo, se definió como una relación si no aprobada, reconocida por la ley como contrato social, en un afán por responsabilizar a los involucrados en su acuerdo; el mayor reconocimiento al papel de la mujer en la sociedad, la propia lucha de las mujeres por el reconocimiento de sus derechos; y de modo más reciente la supresión de la diferencia entre hijos "legales" y "naturales". Afortunadamente todos somos ahora naturales, incluso los de probeta).

Asimismo, este siglo terminará el primer decenio con dos cambios de perspectiva fundamentales en lo que se refiere a los productos de una relación: el varón no podrá negar la paternidad impunemente si se niega a un examen de ADN --ya que se le imputará la responsabilidad y sus consecuencias. Y ahora la Corte reconoce otra circunstancia y una vía de respuesta a las obligaciones del padre. La siguiente noticia da constancia del hecho.

A partir de ahora Pensión alimentaria, a la buena o por la ley

Como siempre, una es la regla escrita. Otra, el respeto y cumplimiento de la ley. En lo que a mí respecta, atestiguar un positivo deseo de cambio en nuestra colectividad, me satisface. En este territorio de la desobligación, de la costumbre de perjudicar al débil o al indefenso me confirma que no todo esta perdido, que no hay que dejarse.

Hace algunos meses platicando con Bonifaz Nuño, comentaba él que en Ridell Haggard había descubierto actitudes fundamentales. Y recordaba con una sonrisa de felicidad el momento en el que defienden Quatermain y sus compañeros su vida en el poblado zúlu donde los ataca una multitud de guerreros (Bonifaz citaba Las minas del rey Salomón). "Fíjense, maestros --se refería a Gerardo Piña y a mí--, estos ingleses tienen todo perdido, están a punto de morir y saben que nadie sabrá más de ellos, pero deciden defender caras sus vidas sólo para morir con honor, porque el mayor deshonor es sentirse uno mismo un cobarde o un ser que cae ante los propios ojos con deshonra. Esa es la gloria de la decisión de estos personajes".

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Pero estamos en México. En una discusión como de cantina, leí anoche una elucubración que no puedo ignorar a causa de su peculiar dimensión:

"...la tecnología de las bolsas de pan bimbo está basada en un refrigerador que desarrolló la NASA y en unos jeroglíficos que descubrieron de Leonardo da Vinci en un prototipo del batimóvil . . . si se fijan, el alambrito que cierra la bolsa es una mítica arma ninja"


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Conferencia en la reunión "Tecnologías del milenio", dictada por H. H. Barravazh, IPN, 2007
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Y ya me voy a trabajar.

sábado, 6 de enero de 2007

De hecho...


Todo lo escrito hace unas horas lo sigo pensando, mientras me decido a dejar de fumar.

¿La causa? Es lo de menos. Siento que es momento (aun cuando no sea tiempo), y no, no soy de los que creen en propósitos de año nuevo. Ni en nada.

Será que estoy cansado.

viernes, 5 de enero de 2007

Humo


El HUMO es un sustituto de las olas.

Pero el humo proviene de una brasa, del fuego. Es producto del robo de Prometeo a los olímpicos.

Y el humo se ha vuelto contra nosotros --en nuestro imaginario colectivo.

Las olas, en cambio, son vistas como fuente de energía. No como un desperdicio.

Mas amamos la visión del fuego, como la de las olas, como las nubes o el perfil de las montañas como una huella de los elementos alquímicos a los que atávicamente se respeta.

Abusamos de la energía por combustión y por químicos disipados en el ambiente, y hemos contaminado las aguas y convertido la tierra en vertedero de deshechos prohibidos. Nos abrogamos ese privilegio, sin saber --en un principio--; luego, ignorando toda advertencia.

De esta manera nos hemos condenado. Vivimos bajo la constante amenaza de nuevas enfermedades y pestes desconocidas. Por suerte a los únicos que se castiga en occidente es a quienes se atreven a recurrir al cigarrillo, al tabaco. Son los chivos expiatorios de los pecados empresariales, del abuso de la tabla de los elementos. Los fumadores son fáciles de castigar.

Se pone un impuesto a los automóviles y con ello pueden circular. Se pone impuesto al tabaco y patrocina las campañas contra los fumadores y a los legisladores que votarán contra ellos declarándolos exiliados de los sitios públicos, de los recintos particulares, se les discrimina, se les ataca, se les critica.

Incluso en las conversaciones. En el contacto familiar o en el social esa discriminación se ha vuelto válida, permisible, un valor social.

La sumatoria de los humos de las chimeneas, de los calentadores de gas y las estufas, las emanaciones automotrices, los desechos de todo orden ¿no merecen una persecusión mayor?

Un gheto o una ciudad para los fumadores.

No es sólo nuestro humo el que molesta. En juego de la sinrazón deberían exiliarnos a todos.