miércoles, 25 de octubre de 2006

Ay, viejo

Lo entiendo, Rafael, no había jamás que despedirse.

Siempre hay un hasta luego.

Va, no hay reclamo. Lo digo para seguir recordando RRH, Rayo.

Sólo digo que soy de los muchos que te extrañarán, Ramírez Heredia.

In memoriam

lunes, 16 de octubre de 2006

De Fulcanelli, Fravia+ y anexas

AUNQUE NUNCA LO MENCIONO,tengo un hermano, como así: chiquito por eso le decimos el Jockey, porque fácilmente, en vez de dedicarse a la Biología con ciencia y acierto, pudo bien ser un heroico jinete del Hipódromo de las Américas, el de antes, no el de ahora, y hacernos ricos. Mas se negó. Así es la gente ante un buen consejo.

No se piense que el Jockey sólo es biólogo; le gusta saber cosas acerca de las compus (como yo), pero él prefiere doctrinas que para mí no tienen utilidad o potencial de herramienta artística. Sin embargo el me ha enseñado muchas cosas. Por ejemplo, asuntos de fotografía; o me recomienda páginas como las de Fravia+, así, con crucecita.

Ignoro si el Jockey sabe que Fravia+, como yo, es un lector que respeta a Fulcanelli, autor de El misterio de las catedrales, un clásico de la ciencia hermética. Y que por tal motivo repudio a Dan Brown, por ignorante. Fravia+ no es sólo lector de Fulcanelli, sino un sincero discípulo de ese adepto. (Aunque suene raro).


De Fravia+ y su organización en una página que se llama searchlores --ya sabrán con ello llegar a ella-- poco se comenta. Obvio es decir que su conocimiento de la lengua y la literatura es sólido. De origen francés, aparentemente, habla y escribe en diversas lenguas, desde el latín hasta el anglosajón contemporáneo. Lo cual no tendría nada de peculiar si no fuera porque enseña y permite inferir al atento lector diversas artes marciales para defenderse de las cuestiones tortuosas de la Red.

La usura de la Red, por ejemplo; los programas espías y todo aquello por lo que ahora quieren cobrar para no usar contra uno y él defiende como gratuito. Asimismo, enseña algunas cuestiones que no serían vistas como legales en muchos países del mundo, pero él defiende el derecho al saber y algunas virtudes de lo que en el medio electrónico se conoce como "ingeniería reversa". Un tipo interesante, vamos. Su argumento es simple: "¿por qué debo dejar que me perjudiquen de entrada --incluso firmando un acuerdo contra mis derechos más elementales-- sin defenderme?". Y a partir de ello sus enseñanzas son a partir de lo más simple hasta lo más complejo para todo aquel que deseé no ser un maldito zombi, como le gusta a él decir.

Ahora que la Secretaría de Educación SEP dio licencia a las escuelas de cómputo para tener un reconocimiento, estoy seguro de que no se incluye a Fravia+ en sus programas. Fravia+ no defiende las tesis de Microgates o las barreras inútiles de los comercios por la Red. Y ante la sed de programas mal hechos que pululan en el medio sus consejos son de los más prácticos. "Todo permanece en la Internet, es cosa de saber hallarlo". "Nunca bajes un programa, seguirá en el universo virtual por siempre", "pruba primero el programa gratuito: será mejor que el comercial". Consejos como de Lavoissiere.

En particular, lo que me gusta de él es que da una solución legal a las cuestiones donde los demás sólo escupen bytes o tinta. Claro, con un poco de esfuerzo propio. Muchas otras son sus virtudes, pero deseo sólo resaltar sus fundamentos. ¿Por qué? Hace unos días encontré con azoro una serie de grupos que con un absoluto desconocimiento de las reglas del juego virtual, desafían el derecho de autor y toda una serie de normas que podrían --en los tiempos que corren-- dejarlos tras las rejas el resto de sus vidas. Y si bien ofrecen productos cibernéticos a la moda, esos jóvenes que se consideran valientes, cometene una idiotez: están en el ojo del huracán. Claro que la tentación es magnífica.

Pero es una lástima que no hayan comenzado por el principio: aprender las reglas de la caballería y las virtudes de las banderas corsarias, de esas que abundan con legalidad. Y mal para ellos, las patrullas cibernéticas son más eficientes con sus robots que las de la vida real, que no atrapan un solo narcotraficante en sus propios fraccionamientos.

Mala suerte muchachos. Lean antes siempre las letras chiquitas.